Una mirada rápida a mi pueblo, Trigueros


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lunes, 31 de marzo de 2008

Tengo hambre

De esta manera don Quijote parece pedirle un poco de pan a Sancho Panza.

La melena de la vid


Se diría que la parra quiere mostrar su cabellera
verde sobre el fondo azulón.

Estrellas del día


También durante el día se pueden ver las estrellas
sin necesidad de darse ningún golpe.

Sombra de silencio


Recogimiento en el claustro del Monasterio de Santes Creus,
que forma parte de la ruta del Císter.

domingo, 30 de marzo de 2008

Puesto de observación


Los meandros del Sil llevan aguas mansas
para bordear los caminos que conducen
al monasterio de San Estebo.

Bodegón


Me gustó muchísimo el efecto producido por esa luz
sobre estos objetos colocados sobre una mesa.
El resultado es maravilloso realmente.
Tengo esta foto como fondo de escritorio.

Abierto al atardecer


Al féizar florido de una ventana
de una casa particular en Santillana del Mar

Bombillas de luz natural

La barandilla serpea y se ilumina con bolitas de luz.
La serpiente da avisos luminosos.
La gaviota la deja pasar; no se mueve...
¡Claro! Está mutilada, le falta una pata.

Desafío a la gravedad


Se trata del homenaje del pueblo de Santander a los raqueros,
que se lanzaban al agua a recoger las monedas que les lanzaban
los curiosos que pasaban por el lugar.

sábado, 29 de marzo de 2008

Trama de vida


Capitel único de cuatro columnas hermanas en el claustro
del monasterio de San Julián en Santillana del Mar.
La curiosidad está en que el escultor tuvo la habilidad
de picar en la piedra para obtener una laberíntica cuerda con
un solo cabo en cada extremo; no está fragmentada. Sorprendente, ¿verdad?

Esperen...

"A Dafne ya los brazos le crecían...
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que al oro oscurecían...
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían", dice Garcilaso de la Vega
San Vicente de la Barquera (Cantabria),
en la puerta de un zapatero remendón.

Cruce de caminos


Bóveda de una capilla del santurario de la Peña de Francia.
Como en cualquier lugar, los cruces se adornan
con sus respectivas rotondas.

Uno de ellos


La manera de identificar a las personas que pertenecían a los distintos gremios era poner una marca distintiva en el dintel de la puerta de su casa. Así lo vemos en Mogarraz (Salamanca). Evidentemente esta familia pertenecía al de los vinateros.

Eva y la manzana


Ella alargó su mano con dulzura para alcanzar la manzana,
que luego terminaría siendo su perdición.
Un llamador en una casa de Ciudad Rodrigo (Salamanca).

Grito de silencio


Así me quedé cuando vi el resultado. En efecto, parece un hombre con turbante y la la boca abierta, ¿verdad?. Son las Cuevas de Hércules en el Atlas marroquí.

¿Tiramos por la izquierda, o por la derecha?


Los puentes que atraviesan el canal de la Plaza de España de Sevilla sorprenden con estas balaustradas.

Mejor, pasado por agua


La Plaza de España de Sevilla tiene estas cosas

viernes, 28 de marzo de 2008

Óvalos dorados


Reales Alcázares de Sevilla

Alivio de peregrino


Monumento al peregrino del Camino de Santiago en León

Casa escamada


Son curiosas las utilidades que pueden llegar a tener
las conchas de vieira.
Y la santa paciencia de quien las coloca.
Desde luego deben de ser un aislante extraordinario.
Lógicamente estamos en Galicia.
La lluvia debe de resbalar maravillosamente bien por ellas.
Salen del agua y vuelven a ella.

jueves, 27 de marzo de 2008

Fecundidad creativa


El escultor crea la figura humana femenina, símbolo de la fecundidad.
Se trata de una de las figuras en bronce de un pasamanos
en una calle estrecha del Pueblo Español de Barcelona.

Foto Finish

Barcas de paseo del Puerto de Barcelona

martes, 25 de marzo de 2008

Desenfoque geométrico





También es de La Coruña. Almorzábamos en un restaurante de la Plaza de María Pita. Ventanales altos con palillería, cristales esmerilados. Me gustó esta imagen descompuesta de la cúpula del Ayuntamiento.

Mirada perdida

Esta foto está hecha en La Coruña, en la Torre de Hércules,
a media tarde de un mes de julio.
El banco mira hacia el mar, mecido incesantemente por un viento impenitente.

Presentación

En este blog pretendo compartir algunas de mis fotos, expuestas por su plasticidad. Quiero hacer una caricia a la mirada. Ya sé que no son nada del otro mundo, pero a mí me gustan.
La vida cotidiana ofrece muchos recovecos de poesía esperando para salir hechos palabras o colores.
Muchos de los lugares que se citan son meramente indicativos. La instantánea podría estar tomada en cualquier otro lugar. Pero quiero dejar constancia de dónde fue fijada la imagen.

El cansancio de todas las cosas

1

A las cosas

una forma de tortura sutil, impalpable

las ablanda todo el tiempo

les impide soñar, les arranca las plumas.
2

Sucede que las cosas

se cansan de ser lo que son.

Esa es la frontera, su premio y su condena:

ser lo que son y no poder ser otra cosa.

Sin embargo,

el árbol quisiera ser barco

el avión, pirámide

y la silla, piano.
3

Las cosas sospechan que algo

no anda del todo bien.

Culpan al inepto gobierno,

al abstracto sistema social

o al Creador del mundo.

A veces también se culpan a sí mismas

y terminan odiándose.
4

Mientras esto sucede

las cosas se descomponen,

se extravían, enloquecen,

llegan tarde, se distraen.

La espera

se les hace interminable.
5

Sobre el mundo vuela

un enjambre de langostas apocalípticas

que todo lo devoran,

sin distinguir lo útil de lo inútil.

Ejército eficaz y ciego

sin corazón y con apetito inextinguible.
6

Las cosas no se toleran entre sí,

están desilusionadas de todas las cosas.

Prefieren la soledad de soportarse a sí mismas

de compartir el tedio venenoso

de los monólogos y las quejas interminables.

La culpa es suya:

de sobra conocen que las cosas son imperfectas,

lo natural es que fallen, lastimen, se descompongan.

Por eso y para eso son cosas.
7

Cuando las cosas se cansan

también se les cansa la forma;

se aguadan, se redondean sus ángulos,

se arquean y agrietan, la energía

se les escapa por los empaques desgastados.

Las cosas terminan

por no parecerse a sí mismas.

Aquí está el origen del desconcierto:

ya no saben cómo son

ni recuerdan cómo deberían ser,

no les interesa su forma original.

8

Las cosas están inconsolables,

viven al borde del llanto

y aman su vida y su tristeza.

Desconfían de la alegría,

prefieren la certidumbre del dolor.

Las cosas son realistas,

lo más realista que existe.

Por eso dudan de su existencia.
9

No es que las cosas sean pesimistas.

Sucede que así es la realidad.

Hace lo que quiere y lo que debe

con todas las cosas

aunque protesten, manden cartas al periódico

o se quejen con el Inventor del mundo.

Él delegó su autoridad en la Realidad,

Él no interfiere. "Quéjense con ella", dice.
10

Las cosas se irritan

cuando no pueden hacer su reverenda gana.

Para ellas, eso es ser libres

y ese es su berrinche existencial.

Hacen su capricho

y no hay quien las vuelva razonables.

Su inteligencia no va más allá

de sus intereses inmediatos.
11

Las cosas lúcidas y pensativas

que ven más allá de sí mismas,

son peligrosas y desconcertantes.

Más vale desconfiar de ellas,

silenciarlas y mantenerlas ocupadas.

Porque si tienen tiempo libre

empiezan a pensar. Y eso es lo peor

que puede ocurrirle a cualquier cosa

que desee permanecer normal.
12

El cansancio de todas las cosas

descansa sobre la certeza de su muerte.

Cuando se aproximan a su límite

el propio vacío las atrae con fuerza

al resumidero universal

remolino triturador de seres

gran caño del drenaje cósmico,

donde son reconvertidas en materia prima

energía elemental para inventar nuevas cosas.
13

Tal vez también haya

un cielo y un infierno de las cosas.

Raúl Aceves